jueves, 18 de agosto de 2011

IMPORTANTE PREGUNTA: ¿QUIÉN ES JESUS? (Mt. 16, 13-20)


Es una pregunta importante, esta que recorre todo el evangelio, y luego toda la historia, también la actual: ¿quién es Jesús?
Sus contemporáneos ya dieron respuestas muy diferentes: le llamaron desde embaucador, fanático y aliado con el mismo demonio, hasta profeta, o uno de los profetas que vuelven a la tierra, desde Elías o Jeremías hasta el recientemente fallecido Bautista.
También en el mundo de hoy son divergentes las posturas que se toman en torno a Jesús: desde las dudas de los agnósticos sobre su existencia o sobre su muerte, y las increíbles historias llenas de fantasía -que vuelven a aparecer periódicamente en la historia- sobre su supervivencia en un país del Oriente, o la admiración de quienes le tienen como el hombre ideal, defensor de lo humano, gran maestro, profeta libre y valiente, luchador contra la injusticia, pero sin llegar a lo profundo, hasta la fe más fervorosa, a imagen de la que profesó Pedro afirmando que para él, y para los demás discípulos, Jesús es el Mesías esperado y el Hijo de Dios.
También para nosotros la pregunta debería ser muy concreta y personal. Nos tendríamos que aplicar la interpelación a nosotros mismos, a los que nos confesamos cristianos y participamos en la Eucaristía: ¿quién es Jesús para nosotros, para mí? Como los discípulos, tenemos que definirnos y tomar partido. No se trata de responder según los libros, o según los conocimientos que tenemos desde pequeños. Claro que todos sabemos que Jesús es “Dios y hombre verdadero”, y que con su muerte y resurrección nos ha salvado. Pero hay afirmaciones que de tanto repetirlas ya no nos dicen nada. Hay que “descongelar” esos conceptos.
Nuestra fe en Cristo Jesús, ¿impregna de veras nuestra vida? ¿o se queda en la esfera del conocimiento teórico? No se trata sólo de formular exactamente nuestras convicciones teológicas, sino que lleguen a influir y configurar nuestra vida. Jesús, para nosotros, no es una doctrina, sino una Persona que vive y que nos interpela y que da sentido a nuestra vida.
¿Se puede decir que creemos en Cristo Jesús de tal modo que aceptamos para nuestra vida su estilo y su mentalidad? ¿O venimos a creer en un Jesús a quien hemos “fabricado” a nuestra imagen y semejanza?
El evangelio de hoy nos invita rezar por el Papa, el Obispo de Roma. Cristo amó a su Iglesia y dio la vida por ella. Pedro amó a Cristo y aceptó ser pastor del rebaño. Los que amamos a Cristo y a la Iglesia debemos trabajar incansablemente para que el Rebaño de Cristo se mantenga siempre unido y crezca constantemente, para que la Viña dé abundantes frutos.

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