jueves, 7 de abril de 2011

V DOMINGO DE CUARESMA: ¡VEN AFUERA…! (Jn 11, 1-45)



     Ya estamos en el último tramo de este tiempo de cuaresma. El domingo que viene ya es Domingo de Ramos. Y la liturgia de hoy nos propone meditar sobre la resurrección de Lázaro, mejor dicho, su vuelta a esta vida. Es uno de los pasajes más buenito del evangelio. Ya que podemos ver reflejado el amor de Jesús, por su amigo Lázaro, y en él, por todos nosotros. Cuando Lázaro estaba a punto de morir, las hermanas se lo mandaron decir a Jesús: “Señor, el que tu amas está enfermo”. Y Jesús que se encontraba en ese momento con sus discípulos en un lugar tranquilo, al reparo del odio de los judíos que habían decidido hacerlo morir, se pone en camino como para ver a su amigo muerto. Lo que provoca que los discípulos se sorprendan ante esta decisión de Jesús de volver a Judea para ir a ver al amigo muerto.

     Pero a Jesús lo empujó el amor por su amigo. Frente al amigo muerto, Jesús conmovido lloró. ¡Cómo lo quería! decían los que estaban allí en ese momento.
     Así como le dijo a Lázaro: ¡Ven afuera!, también nos lo dice a nosotros; ya que nosotros todavía no hemos resucitado del todo, nunca lo haremos definitivamente en esta tierra. Toda nuestra vida cristiana es una lucha continua contra el mal, contra el pecado, contra la muerte, que siempre intentan volver a tragarnos como el mar cuando está enfurecido.

     Y Jesús que sigue vivo entre nosotros nos vuelve a gritar como a Lázaro: ¡Ven afuera…! Corre la piedra que oscurece tu vida y sal de tu indiferencia,… de tu pereza…, de tu egoísmo…, del desorden en el cual vives…, de la mediocridad o superficialidad que vienes arrastrando… Sal de la desesperanza en la que estás metido, y por culpa de la cual ya no crees en nada ni en nadie… Sal de la desesperación que te quita fuerzas para seguir disfrutando de la vida.

¡Ven afuera!, vuelve a decirnos Jesús a cada uno de nosotros. El quiere también hacernos resucitar a una vida nueva a cada uno en esta Pascua que se acerca,…él quiere hacer resucitar a una vida nueva a nuestras familias,… a nuestras comunidades cristianas, a nuestro mundo roto.

Qué buenito sería que en esta cuaresma descubramos que Dios quiere hacer realidad en nuestra vida lo de la primera lectura: Yo voy a abrir vuestras tumbas, y los haré salir de ellas.

Nuestro término no es la muerte, nuestro destino no consiste pudrirnos dentro de un sepulcro. El hecho de que Jesús dé vida nueva a un amigo suyo que había muerto, simboliza lo que él mismo quiere hacer con cada uno de nosotros, sus amigos. Jesús quiere darnos una vida nueva que triunfe sobre todo lo que en nosotros haya de muerte.

     Pero para eso nos pide, como les pidió aquel día a los judíos: que Quitemos la piedra. Que cada uno se anime a preguntarse en esta semana cuál es la piedra que hay que quitar de su corazón para resucitar, cuál es la piedra que impide que obre con toda su fuerza la gracia de Dios, cuál es la piedra que hay que quitar de su vida, por que está trabando la amistad con Jesús.

     Lázaro era amigo de Jesús: ésa era su mayor fortuna. No sabemos qué haría Lázaro para ser amigo de Jesús, aunque si nos consta que siempre estaba dispuesto para recibirlo en su casa, nos consta que la casa de Lázaro era el lugar donde Jesús descansaba de sus correrías apostólicas.
     Jesús, el Amigo, está junto a nosotros cada día. Sería bueno descubrirlo en la oración…, sería bueno descubrirlo en cada uno de los hombres que se nos acercan…, en el que trabaja o estudia con nosotros…, en el que se nos cruza por la calle…, en cada uno ver, amar y servir a Cristo. Y que en medio de todo lo que estamos viviendo nunca perdamos de vista que lo verdaderamente esencial es esta amistad con Jesús, que es el Único que puede regalarnos una vida nueva, una vida con sentido. Él quiere transformar nuestra vida con la fuerza de su amistad.
     ¡Que los Sagrados Corazones de Jesús y María nos ayuden a oír esta voz resucitadora: Ven afuera… !



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