Hoy comenzamos la lectura continua del evangelio según San Marcos. Es el evangelista que más nos va a acompañar a lo largo de este año.
Y lo hacemos con el comienzo de la predicación de Jesús. Después de toda su vida oculta, se hace bautizar por Juan el Bautista en el río Jordán y comienza su vida pública, o sea, elige a sus discípulos y empieza a predicar por todos los pueblos.
Y lo primero que Jesús predica, su primer discurso, el primer mensaje que nos deja es: “El Reino de Dios está cerca, convertíos.” Por eso uno entiende el evangelio de hoy, en el cual vemos que después de decir esto, Jesús, llama a Pedro y a su hermano Andrés para que lo sigan, y estos dejando sus redes de pescadores inmediatamente lo siguieron, porque Jesús los iba a ser pescadores de hombres. Y lo mismo a los hermanos Zebedeo, Juan y Santiago, Jesús los llamó y ellos sin aplazarse ni un instante, dejando todo, incluso a su padre lo siguieron inmediatamente.
Estos discípulos comprendieron la urgencia del llamado a la conversión y por eso abandonando todo siguieron a Jesús. Y esto ya nos deja una enseñanza. La necesidad de convertirse ahora, y ya mismo, de no dejar para mañana este tema. Por eso los discípulos abandonaron todo inmediatamente.
Más de una vez se nos habla en el evangelio del tema del abandono para seguir a Cristo. Pero hay que distinguir los tipos de abandonos. En algunos casos se hablará de abandonar todo aquello que se opone al Reino de Dios, o sea el pecado. Y esto exige una ruptura total, sin retorno. Pero otras veces se nos habla de abandonar otras realidades que en sí mismo son buenas. Acabamos de escuchar, por ejemplo, que los hermanos Santiago y Juan dejaron a su padre, y dejaron su oficio de pescadores para seguir a Jesús. En este caso el abandono significa otra cosa que en el caso de aquello que sea pecado. En este caso, indica, más bien un orden de preferencias. Quiere decir que cuando se trata del Reino, todo lo demás pasa a ser secundario. Todo pasa a segundo lugar.
Es como cuando se produce un incendio y dejamos de lado todo lo que estamos haciendo y nos alejamos de las personas a las que atendemos para salir a algo más urgente que es apagar las llamas y pedir auxilio.
No es que Jesús niegue el valor de unas cosas como puede ser: el trabajo, el ejercicio de la profesión, el amor a la familia; sino que se quiere subrayar la urgencia y la importancia de lo otro.
El hombre que llega a comprender lo que significa el Reino de Dios, no puede aplazar para mañana el compromiso con esta nueva realidad: el amor de Cristo, el amor sin límites. Eso es lo que nos enseñan estos discípulos del evangelio de hoy, que dejando las redes en el agua y al padre solo en la barca, van detrás de Jesús que pasa por la playa y los invita a seguirlo.