“La paz es posible, porque es posible el amor..." El Papa Pablo VI
Existen tres elementos que nos pueden ayudar a reflexionar en este domingo: el comienzo de un nuevo año, la fiesta de María Madre de Dios, y la jornada mundial por la paz.
Hablemos, primero, del Año Nuevo.
Alguno podrá decir que en realidad es un día más, un día como otro cualquiera. Pero en realidad, estas fechas pueden servirnos para hacer una evaluación con Dios en nuestra oración, analizando en mirada retrospectiva nuestro itinerario seguido durante el año que acaba de concluir.
Que agradezcamos a Dios todos los regalos, todos los dones con los que nos ha bendecido. Algunos quizás ya lo habrán hecho, si no, todavía están a tiempo. Estaría bien que en estos primeros días del año nos acercáramos a alguna Iglesia y tuviéramos una conversación con Jesús Eucaristía, unos momentos de meditación, de acción de gracias por lo recibido de sus manos.
Que cada uno personalmente se anime a mirar, con mucha confianza, todos los momentos (llenos) de gracia en los que sintió que Dios se mostraba Padre, donde sintió que la vida le sonreía, que en definitiva no es sino Dios el que a través de todas las cosas nos bendice. Mirar aquellos momentos en que sintió que el corazón triunfaba, que el corazón se agrandaba y encontraba nuevos espacios de esperanza; y agradecerlos. Y confiar que si Dios ha estado tantas veces a nuestro lado, seguirá estándolo siempre. Y que, junto con esta acción de gracias, nos animemos también a leer las otras páginas, las páginas oscuras del año, las páginas dolorosas, tantas cosas que nos han dañado. Pero a leerlas también con Dios, para que descubramos con Él en la cruz nuestro camino de salvación.
Continuaremos con el segundo punto que es la fiesta de Santa María Madre de Dios.
Hoy celebramos su vocación. La vocación de la Virgen fue la de ser la Madre de Jesús, la de ser Madre de Dios. Y ella fue fiel a su vocación, fue fiel a la llamada que Dios le hizo en su vida. Dios le propuso un proyecto y ella aceptó, correspondió con la gracia que Dios le había regalado. Por eso hoy es muy saludable poner en Ella la mirada, para que nos ayude a ser consecuentes con nuestra vocación. Que nos ayude a poner en las manos de Dios todos los proyectos que hicimos, los triunfos que conseguimos y los fracasos que soportamos; las cosas que nos salieron y las cosas que no nos salieron; las cosas que nos alegraron y las cosas que nos entristecieron, los momentos dulces y los amargos. Y también que María nos anime a empezar un nuevo año con un corazón que no tenga miedo al amplio horizonte, a la esperanza sincera y a la delicadeza de las pequeñas cosas de cada día.
Por último, este domingo celebramos la jornada mundial de la Paz. Justamente al empezar algo nuevo la Iglesia nos propone la Paz. Seguro que cada uno tendrá bastantes cosas del pasado para corregir, y otras tantas para proyectar en el futuro. La Iglesia nos propone una muy concreta: un corazón en paz. Es imposible que haya paz en las naciones y en las familias si no hay paz en el propio corazón. La paz se contagia. Cuando se tiene, es susceptible de ser difundida a los que estando a nuestro lado carecen de ella. Que Dios nos ayude a revisar si realmente nuestro corazón es “escuela de paz”. Porque a veces nos quejamos de los violentos de este mundo, pero tendríamos que recordar que: No habría violentos a nivel mundial, si nosotros a nivel personal fuésemos pacíficos. Que podamos decir desde lo más hondo de nuestro ser: “Señor, danos un corazón pacífico. Desármanos, destruye las armas con las que lastimamos a los demás, y que en este año que empieza podamos ser instrumentos de tu paz, que donde haya odio pongamos amor.” Ojalá que este sea uno de los objetivos más importantes para cada uno de nosotros en este año.
!Feliz año nuevo!