Nos podemos ver fácilmente reflejados en la historia del pueblo de Israel y en la situación personal de la samaritana.
El pueblo de Israel estaba cansado y sediento. Ya el entusiasmo primero al salir de Egipto y los proyectos optimistas sobre la tierra prometida quedan lejos. Ahora se dan cuenta de que entre Egipto y la tierra prometida está el desierto, lleno de fatigas y peligros y sequía.
También la mujer sedienta que acude al pozo es una imagen patética, representativa de la situación de la humanidad. Tiene sed, y no sólo de agua, sino de felicidad: la está buscando y no está satisfecha. Ya ha tenido cinco maridos. Es buena imagen de una humanidad que busca, que tiene sed, que no sabe bien a qué pozos acudirá por agua, que se hace preguntas profundas y no encuentra soluciones satisfactorias. En ambos casos Dios les da agua para su sed.
En nuestra vida personal también hay momentos en que tenemos sed y sufrimos de los inconvenientes del desierto. Como a Israel, Dios nos da también el agua que puede saciar esa sed, si queremos. Y podremos decir, sin interrogantes estériles, sino con convicción: “el Señor está en medio de nosotros”.
Cristo nos alcanza, no sólo en el templo, sino en la vida misma, allí, junto al pozo, donde sentimos la sed y buscamos sentido para nuestra vida. La samaritana es un símbolo de tantas personas en búsqueda. Y también a nosotros nos dice Cristo: “el que beba del agua que yo le daré…”.
Muchos tenemos sed: sed de paz, sed de verdad, sed de libertad. Todos tenemos sed de felicidad, de amor, de vida. Es bueno que sintamos sed. Lo que está pasando en los últimos meses al Norte de África, aunque sea muy doloroso nos han de cuestionar. Sería una pena que no sintiéramos sed de nada. Entonces no andaríamos en búsqueda: el que no tiene sed, no busca fuentes de vida, el que lo sabe todo no pregunta, el que se cree un santo, no pide perdón, el que se siente rico, no pide nada. El que tiene todo eso, ¿para qué necesita la Pascua y la salvación? Que encontremos en las entrañas de Jesús, el agua que calmará nuestra sed, y que este Eucaristía nos ayude para eso.