Jesús en este evangelio pronuncia una palabra muy fuerte ante sus discípulos: dice que los que andan preocupados por la comida y el vestido son los paganos. De esta forma, excluye de la comunidad de los discípulos a los que llegan a “preocuparse” por todas esas cosas.
A muchos les parecerá que la exigencia de Jesús es excesiva, porque no existe ninguna persona que en algún momento de su vida no tenga que “preocuparse” por alguna de estas cosas. Pero no se puede acusar al Señor de ser poco realista. La afirmación de que son paganos los que andan preocupados por estas cosas se lee junto con otra frase que viene a continuación: Se debe buscar el Reino y la justicia de Dios, y serán el Reino y la justicia los que traerán todas aquellas cosas que son necesarias para esta vida.
Hemos de recordar que el Reino de los cielos tendrá su consumación en la otra vida, pero ya tiene su comienzo en este mundo. El Reino de Dios tiene que manifestarse en nuestra historia: Dios es Rey, y viene a reinar entre nosotros haciendo su voluntad. Dios no quiere que sus hijos padezcan necesidad, y por eso en el Reino no debe haber necesitados. Así lo ha dicho repetidas veces en el Antiguo Testamento, y es propio de la justicia de Dios que realice lo que Él ha prometido.
El Reino de Dios y la justicia de Dios se manifiestan en este mundo mediante la presencia de una comunidad de hermanos que tenemos como único Padre a Dios y en la que la única Ley es el amor que refleja la misericordia de Dios Padre hacia todas sus criaturas. El Reino no se muestra como presente en una comunidad en la que no existe la preocupación por los pobres y necesitados.
Se dice en otra parte del Evangelio que, por el Reino, todos deben renunciar a lo que poseen para compartirlo con los pobres, y que aquellos que lo hagan, recibirán el ciento por uno. Si cada uno se despoja de lo propio, poseerá cien veces más porque tendrá a su disposición aquello de lo que se han despojado los demás, y nadie carecerá de nada.
Entendemos entonces lo que significa que el Reino traerá consigo todo aquello de lo que hay que despreocuparse. Mediante la práctica del amor fraterno, busquemos con todo empeño que en la comunidad cristiana se manifiesten los rasgos del Reino, y entonces no habrá nadie que carezca de lo necesario.