lunes, 29 de marzo de 2010

EL LAVATORIO DE LOS PIES


Hay un rito que siempre me ha fascinado en las celebraciones católicas de la semana llamada santa: El lavatorio de los pies
Es como que Jesús sabía que se le acababa el tiempo, que en poquitas horas más iba a quedar solo y también que tenía que dejar a los discípulos algo así como lo más grande y lo que más necesitaban.
Y este gesto de abajamiento, de servicio, de esclavitud, va unido a la Eucaristía. No puede ir separado. Son parientes, uno va pegado al otro. Cuando se vive cristianamente, la Eucaristía, necesariamente, nos despierta otra forma de hambre: hay hambre de pan y hay hambre de servicio. Agachamos la cabeza para comulgar, pero también tendría que nacer en nuestro corazón la necesidad de agachar la cabeza frente al servicio de los demás. Y cuando nosotros agachamos la cabeza para servir a los demás, es como que el mismo gesto nos invita como a nutrir el corazón para fortalecer este gesto con la Eucaristía. Van unidos. Si nosotros comulgamos sin agacharnos al servicio de los demás, le estamos trampeando a Dios. Hemos confundido la Eucaristía. Hemos creído que era una especie de seguro de vida, una aspirina para los propios dolores, una especie de certificadito para quedar bien frente a los demás. Si, en cambio, lavo los pies a los demás y no me acerco a la oración y al trato con el Señor, nuestro corazón pasa por la asistencia, que no tiene nada de malo, pero no llega a ser cristiano.
Las dos cosas van unidas. Un corazón que se anima a nutrirse en la Eucaristía, necesariamente tiene que buscar ámbitos de servicio, necesariamente tiene que entender que hay que agachar la cabeza… Y no hay que irse lejos. Hay que empezar por los más cercanos. Hay unos pies que lavar en casa. Quizás no sólo físicamente… Hay soledades que acompañar. Hay vejeces que cuidar. Hay hijos que no se escuchan, que necesitan ser escuchados. Hay esposos que necesitan ser más acompañados. Hay hermanos que necesitan ser invitados a nuestra mesa, en los días de fiesta o en estos tiempos de Pascua. Hay vecinos que sabemos que andan mucho más cortados que nosotros y que muchas veces no llegan a tener un plato digno a la noche, y a veces, gracias a Dios, nosotros sí… Hay gente que sabemos que necesita nuestra visita porque está muy sola. Hay gente que vive en el pecado o con alguna dificultad, y necesita una palabra de aliento de otro pecador, como somos nosotros. Cada uno es un pecador que visita a otro pecador.
Pero con cariño de hermanos nos corregimos, nos damos la palmadita en el hombro, nos decimos “hay que seguir caminando”, “no nos podemos quedar”, “mire para adelante”, “levante la cabeza”, “tenemos que seguir luchando”, “el camino no termina aquí”… Tantas cosas lindas que a veces escuchamos, de hermanos nuestros que nos han sostenido a lo largo de la vida con esta forma de lavatorio de los pies tan cariñoso, como tantos de los nuestros tienen para con nosotros a lo largo de la vida… Cómo nos cuesta estar atentos a ver quién necesita de nosotros una cabeza agachada… Cómo nos cuesta abrir las manos… estar más atentos al dolor de otros que al nuestro… Parecería que el nuestro siempre es más importante… que siempre tiene que ser atendido antes que el de los demás… que los demás deberían venir al nuestro… en vez de nosotros acercarnos al dolor de los demás…
Y el Señor tiene este gesto, que lo hace en medio de la angustia. Porque sabe la que se le viene. Porque sabe que le está limpiando los pies a un traidor, a quien ha llamado “amigo” y a quien quiere… Porque sabe que dentro de poco va a ver correr como niños asustados a estos discípulos que ahora le dicen “nosotros vamos con vos hasta la muerte”… Porque sabe que de aquí en más comienza a pasar noches de frío y de soledad. Y sobre todo porque sabe o intuye que se acerca la cruz, que no puede rajar… aunque como hombre, quisiera.
Que Dios nos ayude a entender este gesto inmenso del Lavatorio de los pies, que es un modo práctico para entender la Eucaristía.

sábado, 13 de marzo de 2010

LA CRISIS Y LA POBREZA EN EL SUR

Cuando se habla de las crisis y la pobreza, y se analiza su impacto negativo, se hace tradicionalmente desde la óptica de los países del Norte. Pero raramente el análisis de su impacto se hace a partir de los países empobrecidos y principalmente del África. Claro que podemos decir como algunos, África es sinónimo de crisis, no es importante perder tiempo hablando de ella. Pero creo que no, porque si los estados fuertes tienen o han tenido graves problemas de salir de la crisis, es fácil imaginarse su efecto destructivo en los países pobres, donde se mezcla una legislación laxa con una administración débil. No soy economista, pero os comparto mi humildes reflexión y observación como oriundo del continente más pobre y más rica de nuestra planeta. Creo que, Es un hecho que están produciendo algunas iniciativas internacionales para controlar, o al menos estudiar, las actividades que conducen a la evasión fiscal. Están intentando frenar la competencia fiscal desleal; han fijado como objetivo combatir el lavado de dinero proveniente de los diversos comercios ilegales y destructivos. Todas estas iniciativas son bienvenidas, pero da la impresión de que hará falta mucha más voluntad política por parte de los principales países desarrollados para atacar y controlar a estos actores de las finanzas mundiales, que benefician a buena parte de las multinacionales, la banca y las grandes fortunas.
Los tímidos intentos de controlar las actividades fiscales deben intensificarse para frenar los comercios ilícitos y mejorar la estabilidad financiera; pero también con la vista puesta sobre todo en la reducción de la pobreza en la que malviven millones de hombres y mujeres. La exigencia de nuevos flujos de ayuda al desarrollo, la anulación de la deuda o un comercio internacional más ventajoso para los países empobrecidos, pierde parte de su sentido si no se frena la sangría que supone la evasión fiscal y si no se cierra la posibilidad de que los dictadores y gobernantes corruptos tengan el fruto de su actuación en seguras y anónimas cuentas corrientes. Ese dinero debe ser devuelto a la gente de los países a quien pertenece. En uno de mi país vecino, se calcula que, durante la dictadura, desaparecieron de las arcas públicas del país unos 55.000 millones de dólares, casi el doble de la deuda externa de este país. Mientras en África millones de personas enfermas de malaria no pueden ser tratadas por falta de recursos, el dinero fluye desde estos países hacia los países del Norte, es absurdez pero real.
Como en tantos otros aspectos de la globalización, la solución sólo se puede encontrar en un enfoque multilateral, promoviendo la creación de una autoridad mundial única que regule y controle los flujos de capital y el tejido fiscal, incluyendo la competencia a la baja entre países y regiones. En esto no hay lugar para propuestas de reforma.
Pero gracia a Dios, hoy el compromiso de muchos movimientos sociales y las ONGs abre un amplio espacio a la autoafirmación de la gente y a la participación. Estos movimientos son un signo esperanzador para la defensa de la dignidad humana y los derechos de los pobres en los países del Sur.

miércoles, 10 de marzo de 2010

¿POR QUÉ ÁFRICA LLORA?


Yo quiero ser sincero contigo.
Lloramos nuestras tierras rojas
ríos de lágrimas, a mares lloramos.
Lloramos nuestras negras penas.
Lloramos nuestras jovialidades oprimidas.

Yo quiero, hermano mío, ser sincero contigo.
África llora desabrigada,
Llora con lágrimas rojas, color de dolor.
Llora su cuerpo entero.
Llora sus alegrías avasalladas.

Tú también ¿quieres llorar con ella?
¿Llorar sus manos negras?
¿Llorar sus heridas amargas?
¿Lágrimas rojas, color del martirio?
Lloramos nuestras jovialidades sujetadas.

Hermano, ¿quiero ser sincero contigo?
No lloramos porque sí
Algunos lloran las manos rojas,
lloran con corazón de piedra.
Lloramos las manos limpias.
Lloramos con corazón sincero.
Y no pararemos de llorar
por unos falsos llantos,
cómplices de opresión.

Llore África, llore.
Llore con tus lágrimas de madre.
Llore en tu dolor de parto.
Llore por tus hijos color de ébano
Llore por tus hijos color de heleno
Llore por tus hijos color indiano
Llore por tus hijos asiáticos
Llore por la humanidad
De tu llanto vendrás nuevas vidas,
y encontrarás consuelo.
Llore África, lucha.

martes, 9 de marzo de 2010

LLANTO DE LA NEGRA


"La columna duele en la siesta
No se la toma, no se la merece”
Se lamenta Lucia, la negra
Madre, encorvada de amargas penas.

Las manos endurecidas, y los pies descalzos,
La cara arrogada, los pelos despeñados
Se afana en su infierna tarea cotidiana
No recuerda sus años; se hace el silencio.

¿Quién prestará su voz a Lucia?
¿Quién la salvará de estos clavos?
¿Quién tendrá la locura audacia,
de luchar por sus hijos esclavos?

Mirándome de frente sin parpadear,
Dijo, con hondos y penosos ojos:
“No puedo, hijito, descansar.
Nuestros hombres no lo son más”

Engañados, arrojados en este infierno,
En las garras que devoran sus vidas,
Sepulturas ocultas llenas.
Si quieren escapar se les acaban.

¿Quién prestará su voz a Lucia?
¿Quién la librará de estos clavos?
¿Quién tendrá la locura audacia,
de luchar por sus hijos esclavos?

Eran millones sus hijos esclavos:
Esclavos de sus hermanos en su seno,
Esclavos de sus hermanastros afuera.
Son millones sus hijos esclavos.

Son millones de tus hijos Lucia
Que en su tierna puericia son crucificados
En monstruosos sistemas de aniquilación...
preparados para tu derrota.

¿Quién prestará su voz a Lucia?
¿Quién la librará de estos clavos?
¿Quién tendrá la locura audacia,
de luchar por sus hijos esclavos?

ASÍ LO VEO YO.


Además de denunciar la política del vientre, a los sindicalistas traidores, a los jueces ladrones, a los banqueros traficantes, a los cleros corruptos y no a los cleros sanos que nunca apoyamos.
Hagamos una denuncia algún día contra nuestra complicidad que, contribuyendo con sus pequeñas acciones cotidianas, ha generado la dirigencia infame que queremos cambiar.
A los que tiran la basura en la calle a cualquier hora y la dejan en cualquier lugar; a los fumadores que te echan el humo en la cara; a los que evacuan en cualquier rincón de la calle; a los que sólo critican sentados cómodos en casa y mirando la televisión; a los que habitan insulsamente los lugares prohibidos por la ley; a los que destruyen irracionalmente las casas de los pobres para un embellecimiento de la ciudad, a los taxistas que roban a sus pasajeros; a los que se matan por un asiento en el “Opëb” o autobús; a los que no ceden el asiento a ninguna embarazada o persona mayor y se hacen los distraídos; a los que piensan que ALGUIEN tiene que resolver esto sin preguntarse ¿qué puedo hacer yo?; a los que alguna vez dijeron 'algo habrá hecho'; a los Africanos fanfarrones cuando van al exterior; a los que toman el camino del Norte sin haberlo intentado todo; a los cobardes; a los miedosos; a los que nunca hablaron; a los que nunca se equivocaron porque tampoco nunca hicieron nada; a las mayorías que nunca reaccionan contra los 'grupitos violentos de siempre'; a los que enclaustran los pliegos de los ciudadanos en sus oficinas y no les importa para nada el derecho de los demás; a los que no se comprometen ni siquiera con su consorcio, ni con su barrio; a los que se callan la boca cuando ven una injusticia en la calle; a los periodistas que están más comprometidos con la empresa o el gobierno que les paga que con la verdad objetiva y la investigación; a los que violan todas las normas de tránsito y ponen en peligro la vida de los demás; a los que “motivan” (coimean); a los que reciben de motivación (coimas) ; a los “Opëb” ( dañados coches) que llevan a sus pasajeros como ganado y a los pasajeros-ganado que miran para otro lado con tal de llegar rapidito a casa o al trabajo y no tener problemas; a los que buscan la ventaja de los contactos para acelerar un trámite personal; a los policías que sostienen redes de corrupción desde sus paradas en las esquinas; a los que comulgan los domingos y el resto de la semana odian al prójimo más que a si mismos; a los ventajeros; a los que se quedan con los vueltos; a los que fabrican porquerías a bajo costo y mala calidad y se quejan de la competencia; a los que sacan el carnet de conducir sin haber movido un auto; a los vecinos que no se quejan; a los ciudadanos que no hicieron lo suficiente; a los que dicen que la política es sucia y se jactan de no militar en política porque en realidad esto es mucho más cómodo, etc., etc.

¿Qué hicimos o qué no hicimos para tener lo que tenemos? No alcanzará unos cambios electorales si no cambiamos las reglas de la convivencia que aceptamos cómodamente hasta ahora.